Politeismo vs Monoteismo

Es ésta posición escéptica, sutil, delicada, tolerante, respetuosa, la que quería resaltar para manifestar la superioridad del paganismo. Para un politeísta, el cristianismo, y me atrevo a decir que cualquier religión excluyente (y las monoteístas lo son) se basa en el temor. Como afirmó uno de sus primeros y más brillantes develadores, Porfirio, “solo las almas enfermas tienen necesidad del cristianismo” y es evidente que en los últimos siglos del imperio hubo muchas almas enfermas.Como igual pasa igual que hoy en día.

La regla logica que parece regir el monoteismo, parecieran las tesis de Parmenides llevadas a las ultimas consecuencias. Lo que ES, no puede haber sido o ser, ya que no seria, etc. La solucion parece hallarse bajo la premisa: DIOS es, ha sido y sera, una especie el alpha y el omega, el principio y el fin unido bajo el mismo Dios o entidad, que es un unico DIOS.
Pero estudiando a la religiosidad de los griegos, los cual todos sabemos que eran politeistas, podemos encontrarnos cierta ley logica que los griegos parecieron asumir desde el primer momento: la sempertinidad.
Dios no es eterno, sino que si ES, entonces hubo un tiempo que no era (¿ciertamente acaso no sige rigiendo la idea parmanidea?), por lo que cualquier DIOS, por muy poderoso que fuera, habria nacido en un determinado momento para ser eterno, es decir, sempiterno.
Parece que los viejos griegos y germanos politeistas era algo que tenian muy claro. La pregunta de como se perdio la idea, o quizas fue establecidada la logica monoteista en mezcolanza de las culturas orientales y occidentales que traian al Imperio romano nuevas religiones o nuevos dioses, y dieron cabida a nuevas interpretaciones de los antiguos filosofos presocraticos o los mas recientes como Aristoteles y Platon.

Celso y Orígenes eran ambos perfectamente monoteístas y seguidores de las doctrinas de Plotino. Lo que se estaba ventilando en realidad es que para un pagano culto del siglo II la diferencia con un monoteísta cristiano es la que va de la convicción razonada a la fe ciega. Para un pagano era incomprensible que alguien diera su vida por algo que nadie puede demostrar.

Resulta prácticamente imposible abordar la cuestión de la relación entre religión y política sin que aparezca de inmediato el espectro casi omnipresente del fundamentalismo.

1 La búsqueda de sentido e identidad en un mundo globalizado parece encontrar expresión llamativa en identidades étnicas, nacionales y religiosas de corte fundamentalista que muestran su rostro más terrible como “locuras asesinas” en los incontables conflictos étnico-religiosos de la última mitad del siglo XX y comienzos del XXI.

2 Las noticias procedentes Iraq, de Afganistán, de la frontera indo-paquistaní, de Timor, de Israel o, en otro sentido, el crecimiento de las sectas de origen norteamericano en toda Latinoamérica y del tradicionalismo católico en Europa, etc. parecen confirmar este vínculo entre el “retorno” de lo religioso y el incremento del fundamentalismo, ambos supuestamente superados por la modernidad. ¿Es inherente el fundamentalismo al hecho religioso? No cabe duda que mirando la historia resulta difícil no constatar un fuerte nexo entre ambos.

3 La historia de las religiones está sembrada de uno de los rasgos más característicos del fundamentalismo, la intolerancia. Dicha intolerancia nace del intento de identificación total y sin fisuras de unas determinadas visiones del mundo y de la vida, de unas conductas individuales y unas instituciones sociales/políticas concretas con la voluntad divina, identificación sancionada y legitimada por una autoridad religiosa no cuestionable en absoluto, así como del intento de imponer, frecuentemete por la fuerza, dichas conductas e instituciones universalmente. ¿Cómo explicar esa notoriedad del fundamentalismo en la modernidad tardía? ¿A qué se debe el “retorno de la religión” y su cada vez mayor relevancia política? Hay quien cree encontrar un nexo de unión entre los fenómenos de desintegración valorativa y relativismo cultural en dicha modernidad tardía, entre la inseguridad identitaria que esto provoca y el resurgir fundamentalista de las identidades religiosas en las que se articula una reacción defensiva frente a dicha inseguridad

4 . También hay quien ve una relación entre los procesos de globalización económica y cultural, por un lado, y, por otro, las nuevas necesidades de identidad y pertenencia que no pueden ser satisfechas por los mecanismos globalizadores de intercambio económico e informacional cada vez más abstractos, instrumentales y deslocalizados, y que o bien son satisfechas por los nuevos movimientos sociales o por los fundamentalismos religiosos y nacionalistas

5 . Otros relacionan el renacer de los fundamentalismos con el final de la llamada “guerra fría”, el fin de las ideologías y el triunfo de un único sistema político-económico, el liberal capitalista, dibujando un escenario futuro de “choque de civilizaciones”, donde la principal línea divisoria es la que separa el occidente cristiano del oriente musulmán, visto éste último como una amenaza llena de peligros

6 . Por fin, cabe pensar que el fundamentalismo representa un rechazo de la “cultura” moderna, sus valores, su crítica de la religión, su permisividad moral, etc. Estaríamos pues ante una “revuelta contra la modernidad” o ante la “revancha de dios” contra sus críticos

7 . El peligro monoteísta y la alternativa politeísta En cualquier caso, cada vez son más las voces de alarma que advierten sobre el peligro de la religión para una convivencia pacífica de los seres humanos, cada vez son más los que ven en su “retorno” una fuente de violencia e intolerancia que amenaza el “orden mundial”. Se señala especialmente a las religiones monoteístas y al rastro de sangre que ellas han dejado a lo largo de toda la historia de la humanidad para dar cuenta de una violencia desbordante que aparentemente se sustrae a otras determinaciones conceptuales. Todos los reproches actuales contra los monoteísmos se apoyan en una convicción cuya solidez parece casi incuestionable: en todos ellos se articula una pretensión incondicional de verdad a partir de una relación incondicional con dios (revelación) que tiene consecuencias fatales. La tesis de la crítica teológico-política del monoteísmo es que la fe en el dios único conduce al terror, porque ese dios no tolera junto a sí ningún otro dios verdadero y, en consecuencia, ningún adorador de falsos dioses, que para ellos somos los Odinistas.

Extraido de: http://www.asatru.es/paginas/monoteismo%20y%20politeismo.htm

2 comentarios:

  1. En el caso del cristianismo, Platón y su doctrina fueron muy influyentes (el ejemplo más claro, Agustín de Hipona), y más tarde fue Aristóteles el que dio a Tomás de Aquino la idea de que el mundo era eterno y creado por Dios a la vez.
    Personalmente, me siento muy cercano a las tesis de Guillermo de Ockham, que criticó la corrupción papal de su época, defendiendo que el Papa solo tenía poder a nivel espiritual y no a nivel político, por que ni Jesús ni ninguno de los apóstoles lo habían tenido. También me siento algo cercano a Lutero (veo razonable que el hombre pueda sacar sus propias conclusiones leyendo el Nuevo Testamento, para algo tenemos el mismo razonamiento que los que hicieron la doctrina de la Iglesia a partir de sus conclusiones).
    Un fuerte saludo de un alma enferma que no está a favor del integrismo religioso, ¡Arriba España y Europa!.

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  2. Menudo diseño más infame. A ver si elige otro o, al menos, modifica éste agrandando el espacio del texto. Es ridículo leer de esta manera.

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